sábado, 12 de enero de 2008

Del osculo a la oscuridad


No sólo Nietzsche ha comentado sobre el Ocaso de los Ídolos es hora que nosotros también digamos con orgullo que Dios ha muerto.

Las tradiciones de espíritus débiles (tradiciones cristianas) van en su decadencia, así como los estigmas del primer y último cristiano que murió en la cruz, que sin ayuda del tiempo ni de gusanos se pudre inexorablemente.

Pero el cristianismo aún aguarda a los Jinetes del Apocalipsis que con sus mantos de terror hecho de tempestades y calamidades pretenden hacernos creer que el castigo divino debido a la desobediencia a Dios llegará por obra y gracia de su propia mano. Quizás este dios olvidó que existe la estupidez humana que ha propiciado destrucción y caos dentro de la naturaleza y entre otras calamidades la creación de deidades esclavizantes.

La especie humana ha llegado a puertas de su propia desaparición, las empresas y corporaciones internacionales han esclavizado nuestras manos y las religiones han esclavizado nuestras mentes por miles de años, pero aún hoy después de siglos de la supresión de la Santa Inquisición existe gente que incautamente continua creyendo en la salvación de las almas. Esa preocupación de trascender es aterradora.




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