miércoles, 29 de febrero de 2012

PUS

Adiestrado como un buen can mordió débilmente a la carne verdosa con su ya gastada dentadura de mamífero errante. Pese a que le costó un trabajo arduo encontrar ese amasijo de sangre y energía él ya no poseía dientes fuertes que perforen al endurecido resto, por lo que tuvo que resignarse a no devorarlo. Comprendió por fin que su esqueleto cazador había menguado y que sus languidecidas y flácidas fauces eran más indefensas que la de un infante y que provocarían la risa incesante de cualquier anciano semidesdentado. Su cuerpo era semejante al de una larva, sus muñones envueltos en trapos y periódicos viejos escondían a sus extremidades necrosadas y llagas aún infectas, y por último su andar como el gatear de los bebés, o más precisamente como se arrastra un gusano inquieto y desesperado por mantenerse húmedo al verse vulnerable ante el despiadado sol lo llevó a la sombra de las alcantarillas donde se acercó tímidamente al flujo de la cloaca para beber un poco de agua, viendo con dificultad su figura reflejada se atrevió a examinarla detenidamente llegándose a fascinar con el espectáculo que veía, parásitos retozaban en su frente y sus ojos se movían frenéticamente como moluscos. En seguida cayó al torrente mugriento de donde tras haber tragado mucho líquido y haberse golpeado el abdomen y todo el cuerpo, pudo salir moribundo y confundido, él no podía distinguir donde terminaba su cuerpo porque pensaba que el vertedero infestado de inmundicia era una prolongación suya. Al instante recapacitó de su ridícula idea alejándose unos metros de la cloaca, al sentir que ya no podía soportar ni un segundo más el hambre vomitó sus vísceras al suelo y vertiginosamente se abalanzó a ellas para poderlas asimilar. Obviamente murió segundos después sin antes haber comprendido que su cuerpo desde un principio estaba infestado de vida y que su degeneración era parte de ella, en su organismo habitaba la radiografía de los principios de vida y de entropía: La Pus.

martes, 1 de junio de 2010

Golem


Tierra, barro, lodo, arena. Se ha dicho mucho sobre el hombre y la encrucijada existencial de la que esta sujeto por su racionalidad, pero ninguna explicación es suficiente para justificar el posar de los pies en el planeta de la especie con el fracaso más notorio en la naturaleza, los artificios empleados para disminuir el tedio de vivir son diversos y a gusto de cada cultura, ellos son llamados oficios, en la cultura de la mayor producción no es extraño que la frase "el trabajo dignifica al hombre" sea tomada como baluarte o uno de los baluartes más importantes, lo cual razonablemente es equívoco, partiendo de la premisa que la vida biológicamente no tiene sentido alguno, por lo tanto el trabajo aún menos lo tiene.

En centenares de años de involución el hombre ha descubierto el tedio retratado en espeluznantes pasos de contaminación ambiental y racional , esta tecnología de punta es parte de la espada en nuestro cuello como muchos otros elementos cotidianos o inhabituales, todos ellos juegan el papel de una pequeña pieza de dominó, que complica aún más al bípedo encadenado a los signos y teoremas. Todo este sistema ya casi autónomo, organizado por títulos nobiliarios, corporaciones con marca registrada, códigos de barras, etc, cae sobre el hombre amoldándolo a gusto del mercado facilitando así el camino de la uniformización de consumidores y decremento de individualidad.

La dicotomía existencial: etérea y material nunca guardaron un vislumbre en sí mismo para un ser dotado de inteligencia, sólo basta ver la senda seguida desde el tropezón con el raciocinio. Confusión y desorientación se han apoderado del zombie con venas de estupidez, desde que la ganadora de la guerra ha sido la inteligencia frente al instinto. Este saco de vísceras arrogante pretende maquillar la insignificancia que posee en el universo con religiosidad, amores, fármacos, fanatismo y otros demonios.

Sería mejor aceptar la intrascendente travesía del hombre en este universo o en otros, para desarrollar nuevas artimañas que detengan la infección de estupidez y sufrimiento infecundo e infertil en la vida de los actuales inquilinos de esta parte del cosmos.

sábado, 15 de mayo de 2010

GLOBO DE CADENAS


A lo largo del tiempo del corto reloj cronológico del hombre en la historia del mundo, este se ha encargado de inventar nuevos modelos de control para aplicarlo con sus congéneres. Cada vez más sofisticados y ahora disfrazados de confort y maquillaje provocan placer y risotadas a la incauta o muchas otras veces conformista y desesperanzada humanidad mientras que el aparato económico roe las venas que nos unen con la naturaleza.
Pronto despertaremos convertidos en androides que necesitan de algún agregado que necesita para funcionar, veremos sin asombro al mundo convertido en una inmensa factoría de consumismo y alienación. Sin duda alguna el porvenir esta vestido a la última moda occidental o quizás China, considerando las grandes zancadas que da este inmenso mounstro, su ostentoso dragón vendrá furioso con grandes bocanadas de fuego destruyendo a quienes no se rindan a su paso.
El engranaje de la globalización con el consumismo continúa su carrera cual tanque de guerra arrasando bosques, ríos, etc y calcinando nevados y mentes que juegan a la libertad.
El cerco es aún cada vez más estrecho y el aire puro ya tiene precio en algunos países como nuestros cadáveres en la morgue, no somos dueños ni de nuestras propias entrañas. ¿A caso algún día también los gusanos tendrán que pagar impuestos por desaparecer nuestros ojos que soñaron ver más arboles que industrias?

sábado, 12 de enero de 2008

Del osculo a la oscuridad


No sólo Nietzsche ha comentado sobre el Ocaso de los Ídolos es hora que nosotros también digamos con orgullo que Dios ha muerto.

Las tradiciones de espíritus débiles (tradiciones cristianas) van en su decadencia, así como los estigmas del primer y último cristiano que murió en la cruz, que sin ayuda del tiempo ni de gusanos se pudre inexorablemente.

Pero el cristianismo aún aguarda a los Jinetes del Apocalipsis que con sus mantos de terror hecho de tempestades y calamidades pretenden hacernos creer que el castigo divino debido a la desobediencia a Dios llegará por obra y gracia de su propia mano. Quizás este dios olvidó que existe la estupidez humana que ha propiciado destrucción y caos dentro de la naturaleza y entre otras calamidades la creación de deidades esclavizantes.

La especie humana ha llegado a puertas de su propia desaparición, las empresas y corporaciones internacionales han esclavizado nuestras manos y las religiones han esclavizado nuestras mentes por miles de años, pero aún hoy después de siglos de la supresión de la Santa Inquisición existe gente que incautamente continua creyendo en la salvación de las almas. Esa preocupación de trascender es aterradora.